¿Sabías que el 79% de los españoles vive en ciudades que concentran el 80% de las emisiones de CO2 y el 75% del consumo de energía? ¿Y que el 64% de nuestro consumo se basa en hidrocarburos? La elevada dependencia y la necesidad de una verdadera apuesta por la eficiencia obligan a transformar nuestras ciudades. Ha llegado el momento del cambio inteligente.
Según datos de Naciones Unidas, el 79% de los españoles vive en ciudades. Si ampliamos el objetivo, casi el 73% de los europeos y el 54% de la población mundial residen en urbes, y se prevé que las cifras sigan creciendo en las próximas décadas. El futuro de las sociedades está en las ciudades.
Los núcleos urbanos, principales motores de las economías, son responsables solo en España del 80% de las emisiones de CO2 y del 75% del consumo de la energía. «La gestión eficiente de las ciudades es una de las claves de la sostenibilidad en el siglo XXI», afirma Joan Ricart,codirector académico de la plataforma IESE Cities in Motion.
Cada vez más poblaciones se desplazan con celeridad del mundo rural al urbano y las necesidades de las urbes y sus ciudadanos se vuelven cada vez más exigentes. No solo crece el número de hogares, comercios o edificios, sino que también aumentan las exigencias de confort y equipamiento de los mismos. Y, con esto, crece exponencialmente el consumo de energía.
Pero, aunque a primera vista no lo parezca, los núcleos densos suponen un gran potencial para el ahorro energético. «Las ciudades densas son más eficientes energéticamente que el mundo rural, porque han conseguido desarrollar estructuras y servicios más avanzados en términos de eficiencia», explica Ricart.
Las ciudades dispersas requieren mucho transporte para comunicar distintos puntos y además hacen más difícil la prestación de servicios, incluyendo la red eléctrica, el gas o cualquier tipo de energía. «Todo ello se mejora con células más densas y autosuficientes, para lo cual son necesarios gobiernos inteligentes que den lugar a nuevas formas de gestión y de organización de la ciudad», añade.
El reto, por tanto, es transformar las ciudades modernas en espacios más sostenibles y eficientes cambiando la forma en la que producen y consumen energía. «Igual que la década pasada fue el comienzo de una nueva era de interconexión de la información, esta será recordada como la década en la que cambió el modelo energético de las ciudades», apunta José Luis Blasco, responsable de Cambio Climático y Sostenibilidad de KPMG.
Autosuficiencia
«El futuro a largo plazo del modelo energético de las ciudades se dirige hacia la autosuficiencia», opina Blasco. En este sentido, España tiene que trabajar fuerte, porque las últimas cifras de Eurostat recogen que la dependencia energética del exterior asciende al 73,3%, frente al 53% de media europea.
El consumo energético español se basa en hidrocarburos, que importamos en su mayoría. Según datos de la Dirección General de Política Energética y Minas, más del 42% viene del petróleo y el 22% del gas natural. Si tenemos en cuenta que España consume una media de 1,2 millones de barriles al día, traducido en términos económicos, significa que importar energía nos cuesta a los españoles alrededor de 45.000 millones de euros, solo el pasado año, lo que equivale a un 4,3% del PIB.
«No podemos depender de países inestables políticamente; necesitamos una mayor independencia, además de una mayor eficiencia», opina Fernando Ferrando, director de Sostenibilidad de Endesa. Desde su punto de vista, tenemos que cambiar esa forma de pensar según la cual si exigimos eficiencia energética perdemos en competitividad, porque estamos perdiendo el ritmo respecto a nuestros colegas europeos. «Al contrario, un modelo energético eficiente puede volvernos más competitivos y, por supuesto, más independientes».
El nuevo arquetipo sostenible se basa en una energía segura, limpia y eficiente. «La clave del modelo es la electrificación de la demanda», apunta Ferrando. Se trata de sustituir el combustible de energía contaminante por uno que no tenga ese impacto, y el único vector energético que puede cumplir los requisitos medioambientales y de eficiencia mientras cubre las necesidades de los ciudadanos es «la electricidad, porque donde consume no emite».
Los núcleos urbanos están empezando a cambiar el modelo de generar, distribuir y consumir energía. Y, en esta transformación de las ciudades, la movilidad sostenible, la iluminación de los espacios públicos y privados y la rehabilitación de los edificios bajo criterios de eficiencia energética juegan un papel relevante.
Mejorando la habitabilidad
«En el preámbulo de la directiva de eficiencia energética, la Comisión Europea recoge que el objetivo es lograr que las edificaciones, tanto públicas como privadas, sean de energía neta cero en el horizonte del final de la década», pone de manifiesto Blasco.
Técnicamente, es posible. Ahora se trata de hacerlo viable de manera económica a través de la innovación, las nuevas tecnologías y las aplicaciones de última generación para transformarlo en algo común y convertirlo en la dinámica general.
El sector de la edificación en Europa representa el 40% del consumo energético total, se extrae del documento de la directiva. Solo en España supone el 31%. La mayoría de los edificios españoles son anteriores a los años 80 y están un 70% por debajo del nivel de exigencia de comportamiento energético sostenible. Promover la rehabilitación integral de edificios en equilibrio con el entorno urbano bajo criterios de eficiencia energética permitiría alcanzar ahorros energéticos superiores al 60% (y es uno de los objetivos 20-20-20).
En 2013, el gobierno aprobó la Ley de Regeneración, Rehabilitación y Construcción de Edificios con el fin de promover la recuperación de edificios, pero las cifras siguen siendo todavía muy bajas en comparación con nuestros vecinos europeos. «En Alemania, el 64% de las iniciativas en el ámbito de la construcción están destinadas a la rehabilitación de edificios, mientras que en España no pasamos del 16%», apunta Ferrando.
Solo entre edificaciones y transporte, que consume también un 31% de la energía, España consume dos tercios de la demanda total del país. «La electrificación del transporte es otro factor importante en la transformación de las ciudades y la herramienta para esto es el coche eléctrico», señala el responsable de Medio Ambiente y Sostenibilidad de KPMG.
Un vehículo eléctrico es dos veces más eficiente y hasta un 65% más económico que uno térmico. Además, se trata de coches con cero emisiones y ruidos que contribuyen a mejorar la habitabilidad de los espacios urbanos. «La generalización del transporte eléctrico (tanto público como privado) será determinante en el tipo y la velocidad de la transformación energética en la ciudad», añade.
En este proceso de cambio urbano, tampoco podemos olvidar la iluminación, que representa el 19% del consumo total de energía, como nos recuerda Ángeles Barrios, directora de Marca, Comunicación y Digital de Philips. «Gracias a la eficiencia energética de esta nueva tecnología LED en nuestras ciudades, tanto en vías públicas como en edificios, se pueden obtener unos ahorros energéticos de hasta el 80%».
Según señala, se estima que, si toda la iluminación mundial cambiase a LED, los ahorros potenciales ascenderían a 128.000 millones de euros y a la reducción de 670 toneladas de emisión de CO2. «Las innovaciones tecnológicas en el campo de la iluminación ofrecen importantes ahorros energéticos. El camino hacia la eficiencia energética pasa por la renovación de las instalaciones existentes», concluye Barrios.
«España cuenta con la tecnología necesaria para desarrollar ciudades eficientes; si no se implanta es por indecisión política», opina el director de Sostenibilidad de Endesa. Cuando las reglas del juego son consistentes y continuadas, se alcanzan resultados como los de 2013, donde la demanda energética de electricidad en España fue del 25%.
Según apunta el último informe de Coyuntura de Unesa, el 43% de esa energía eléctrica producida vino de las renovables y concretamente el 22% de la eólica. «Nos hemos convertido en uno de los primeros países en cobertura eólica, gracias en gran parte a la reglamentación que en los últimos años ha incentivado que se invirtiera en renovables», añade.
Círculo virtuoso
Ya sea de las administraciones públicas (hacia las empresas y los ciudadanos) o del mundo empresarial (a los consumidores), «los incentivos son necesarios para propiciar un cambio, no solo tecnológico, sino principalmente en la manera de gestión de las ciudades y en la mentalidad de los ciudadanos», apunta el profesor del IESE.
Porque, en esta transformación de las ciudades, los ciudadanos desempeñan un papel fundamental. De hecho, el modelo energético de las ciudades modernas toma al ciudadano como pilar básico para su desarrollo y consolidación. «Se trata de convertir al consumidor en ciudadano, con derechos y deberes; es decir, con capacidad de elegir qué energía quiere consumir o de qué compañía y con la obligación de ser responsable, sostenible y consecuente», explica el directivo de Endesa.
La transformación de las ciudades requiere la participación activa y directa del ciudadano, para que tenga capacidad de decisión y gestión. ¿El motivo? Los ciudadanos son el motor del cambio, como explica Víctor Viñuales, director de Ecología y Desarrollo (Ecodes). «La implicación de los ciudadanos es la primera fuerza motriz. Un ciudadano con conciencia cívica elegirá gobiernos responsables, premiará con su consumo a las empresas más sostenibles y tendrá hábitos y conductas adecuadas».
En España se avanza lentamente porque los cambios no están integrados en una visión holística y se aprueban políticas públicas que no van acompañadas de cambios culturales, o se desarrollan tecnologías que no están respaldas por normativas. «Necesitamos alianzas y sinergias de todos los actores de la sociedad. Hay que romper el círculo vicioso existente y crear uno virtuoso en el que se integren de la misma manera cambios culturales, regulación de políticas públicas y tecnología e innovación», opina Viñuales.
Cuando ese círculo virtuoso se cierra, surgen iniciativas que ponen de manifiesto el potencial de las ciudades inteligentes y la importancia de la unión para la transformación. Smart City Málaga, una iniciativa liderada por Endesa se puso en marcha en 2009 y ya cuenta con 11.000 clientes domésticos y 1.200 industriales y de servicio. En estos cinco años, ha logrado evitar la emisión de 4.500 toneladas de CO2 a la atmósfera al año —lo que supone una reducción de emisiones del 20%— y ha conseguido un ahorro de más del 25% en el consumo eléctrico general en la zona.
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