Pablo Pastor Alfonso. Publicado en el BLOG CONCIENCIA RESPONSABLE
Al hilo del documental de Cosima Dannoritzer "La historia secreta de la obsolescencia programada: comprar, tirar, comprar", recientemente emitada en la 2 de TVE, me gustaría compartir aquí algunas reflexiones.
Se entiende por obsolescencia programada, la fecha de caducidad impuesta por los fabricantes para acortar el ciclo de vida de sus productos.
Los artículos tienen un ciclo de vida natural, desde su fabricación hasta su obsolescencia y caducidad, bien por agotamiento, bien por rotura irreparable.
Sin embargo, la obsolescencia programada, hace referencia a una caducidad deliberada y concebida desde su diseño por el fabricante para que las cosas no duren más allá del tiempo deseado por ellos mismos.
Así, esta caducidad se puede programar utilizando materiales menos consistentes, menos duraderos, baterías agotables o incluso, introduciendo chips con contadores que limiten el uso hasta un determinado número de veces.
Por supuesto, este es un hecho nunca reconocido por los fabricantes, pero que, no obstante ha calado y forma parte de nuestra actual sociedad de consumo actuando como motor de la misma.
Poco a poco, los consumidores nos hemos acostumbrado a asumir que las cosas cada vez duran menos. Tendemos a escuchar frases como “estos motores ya no son como los de antes”… “las chapas de antes sí que eran resistentes y no las de ahora”…
Y hay mucho de cierto en ellas. En los inicios de la revolución industrial, y hasta principios del siglo XX, los fabricantes buscaban, como cualidad inherente a sus artículos, la durabilidad. Cuanto más resistente al paso del tiempo era un producto, mayor era la valoración obtenida por los consumidores, mayor prestigio para la marca.
Pero las cosas empiezan a cambiar en los años 20 cuando los fabricantes empiezan a concebir un nuevo modelo económico y productivo no basado en la durabilidad.
Con la aparición del American Style Life, a partir de los años 40 y 50, favorecido por los medios de comunicación, especialmente la televisión y la publicidad, la Sociedad, la mentalidad de los consumidores ha cambiado. Los consumidores, empiezan a poner en valor otras cualidades de los productos, más basadas en el consumismo y en la moda que en las cualidades de duración, dejando a un lado valores como la resistencia al tiempo de los artículos.
Se adquieren artículos no siempre tanto por necesidad como a veces por puro consumismo. Este modelo se extiende a Europa una vez superada la II guerra mundial, y actúa incluso como motor de la recuperación económica.
La obsolescencia programada, va más allá de lo que es una simple moda o estilo de vida. Responde a una conceptualización premeditada por parte de los fabricantes para crear artículos de menos calidad, que acorten sus ciclos de vida útil, con el fin de fomentar el consumismo. Cuando un producto dura menos, más fácilmente tendrá que ser repuesto por otro en el mercado. Así, el consumidor tendrá la necesidad impuesta de renovar sus electrodomésticos estropeados, o bien, de sumarse a las tendencias consumistas de la moda para “actualizar” su vestuario o todo tipo de artículos.
Nace la cultura de desechar, de reemplazar. Desaparece la cultura de reparar. Es más sencillo, e incluso más económico, sustituir un aparato estropeado que repararlo.
Siguiendo incluso el consejo de los propios fabricantes, que no extienden la vida útil de los aparatos mucho más allá del tiempo que dura la propia garantía.
Como motor de la economía, la obsolescencia programada genera crecimiento al acortar los ciclos de reposición. La demanda de productos se incrementa y por tanto también el empleo, mientras exista una situación de bonanza económica auspiciada por el crédito del sistema financiero.
Todo esto se acentúa en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, favorecido sin duda por el crecimiento de las economías en los países desarrollados. Pese a los ciclos de crisis habituales, el crecimiento económico en este período en los países desarrollados ha sido más o menos continuado. Esto ha favorecido el “sostenimiento” de un sistema económico basado en el agotamiento y la explotación de los recursos y cuyo motor ha sido la obsolescencia programada.
Sin embargo, basar la economía en el consumismo, también tiene contrapartidas negativas. Entre ellas, el agotamiento de los recursos, y la generación de residuos.
Según WWF, necesitamos 1,44 planetas como el planeta Tierra para mantener nuestro actual nivel de vida en el futuro. Es decir, estamos agotando el crédito y los recursos que la naturaleza nos da, y lo peor, lo estamos haciendo en menos de un siglo.
Es obvio que algo no marcha del todo bien. Evidentemente ese crecimiento es absolutamente insostenible. Algo tiene que cambiar. Debemos buscar otros nuevos modelos de crecimiento que no se basen en el agotamiento y explotación de los recursos naturales y también de las personas.
La crisis actual está poniendo de manifiesto el agotamiento de este modelo expansivo tal y como lo hemos conocido. No podemos seguir creciendo de manera insostenible.
Afortunadamente, los fabricantes empiezan también a ser conscientes de esta realidad y ya hay propuestas de productos “eco” más duraderos, que consumen menos energía, que utilizan materiales reciclados… Este es uno de los caminos para encontrar modelos de economía sostenible.
Recomiendo visionar el vídeo "Obsolescencia programada, comprar, tirar, comprar". Seguro que va a ayudar a cambiar muchas mentalidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario