Fue el primer español en recibir un óscar de Hollywood por inventar un sistema para estabilizar la imagen. Participó en el diseño del primer sistema de televisión en España y en el protocolo que dio lugar a la TDT, fabricó el primer helicóptero cubano y sus patentes han sido utilizadas durante años por el Departamento de Defensa de EEUU. Así es la vida de un inventor como Juan de la Cierva.
A mediados de los años 50, Juan de la Cierva se encontró con un inconveniente mientras trataba de filmar a sus hijos. “Quería fotografiarles esquiando en el agua y me salía siempre muy movido”, recuerda. Dispuesto a atajar el problema, De la Cierva diseñó una cámara improvisada con un guante de cirujano lleno de agua y un giróscopo que le permitía filmar imágenes en movimiento con total estabilidad. “Mirabas a tu propio dedo y lo movías”, explica, “pero a través de la cámara no lo veías moverse”. Una década después, el desarrollo de aquella solución práctica y rudimentaria le serviría para convertirse en el primer español en ganar un óscar de Hollywood, en el apartado técnico.
La vida de Juan José de la Cierva y Hoces es una sucesión de problemas resueltos a golpe de imaginación. Sus casi 50 patentes han seguido un proceso parecido: encontrar un imprevisto, hacer un modelo matemático y buscar una solución. “En general se me han ocurrido los sistemas porque conocía un problema”, afirma. “Acabo de leer un artículo sobre los problemas con las nubes volcánicas, por ejemplo, y he diseñado un filtro electrostático para que los aviones puedan volar a través de nubes de cenizas y no se paralice el tráfico a nivel mundial”.
Con un inventor basta
La presencia de su tío, el inventor del autogiro, marcó los primeros años de su vida y lo que después sería su trayectoria profesional. “Solía venir de Londres cargado de regalos, y de inventos, como una gramola registradora que le había regalado Edison”, recuerda. “Me gustaba mucho trabajar con cosas y seguir su ejemplo. Fue la chispa que me animó a dedicarme a los inventos”. Y ello a pesar de las tempranas admoniciones de su abuela, quien le advertía que en aquella casa con un inventor ya habían tenido bastante.
A pesar de haber patentado innumerables inventos, haber participado en el primer sistema de televisión enteramente español y en el desarrollo del protocolo MPEG que sirvió como base a la moderna TDT, Juan de la Cierva no se considera a sí mismo un inventor sino “un señor que sabe de matemáticas”. “Mi tío decía que él no era inventor, decía que él era matemático. Cualquier persona que sepa traducir los problemas a matemáticas y volcar de nuevo los resultados en la realidad puede inventar, no tiene más misterio”.
La máquina de inventar
Un breve vistazo al currículum de este inventor de 80 años basta para que los ojos se nos abran como platos. Su primer invento fue un registrador de llegadaspara el hipódromo de la Zarzuela de Madrid, después viajó a Cuba para fabricar elprimer helicóptero cubano, que Fidel Castro y el Ché Guevara le reclamaron en persona para sí, se trasladó a EEUU donde inventó el primer “descargador electrostático para helicópteros”, fundó la empresaDynasciences, donde desarrolló el sistema de estabilización le valdría el óscar, se codeó con gente como Ígor Sikorsky o Richard Feynman, y vendió algunos de sus sistemas al Ejército de EEUU, que los usó para sus estabilizadores de tiro.
Pero la máquina de generar soluciones no se ha detenido. Sus últimos proyectos van desde el heligiro, una versión mejorada y mucho más veloz de los helicópteros que conocemos hasta ahora, hasta un misterioso tren de altísima velocidad para el que ha reunido a un grupo de expertos en patentes internacionales, ingenieros civiles y abogados, del que no quiere darnos más detalles pero que, según anuncia, revolucionará las comunicaciones en nuestro planeta en un plazo de 100 años.
Lamentablemente, De la Cierva no se molestará en registrar ninguno de estos inventos en España y lo hará directamente en EEUU. “Allí sí son conscientes”, asegura, “de que los que inventan cosas útiles son los que generan progreso. Inventar en España es muy difícil porque los inversores no creen en los inventos y la investigación está montada sobre estructuras falsas”.
El problema de nuestro país, según de La Cierva, es que no hay clima de inversión en tecnología y nadie está dispuesto a arriesgar su dinero en nuevos campos. “Tienen que darse cuenta de que la investigación es la que genera los puestos de trabajo", asegura. "Hablan mucho, pero no están haciendo nada”.
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