Foto: © Kiran Valipa
La escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial
A través del acceso universal al agua podemos reducir la pobreza, erradicar el hambre y luchar contra la propagación de enfermedades, al mismo tiempo que impulsamos ciudades más sostenibles y medidas contra el calentamiento global.
2015 fue un año crucial para el impulso del desarrollo sostenible. Esto fue en gran parte posible por los acontecimientos y el foco de las agendas globales, alineadas para crear un ambiente de oportunidad y expectación del que todos hemos sido parte. Más aún en el caso de las empresas que han hecho del desarrollo sostenible uno de sus pilares fundamentales.
El Acuerdo de París es el máximo exponente de la amplia aceptación que ha ganado la sostenibilidad a escala mundial, tratándose del primer pacto universal de lucha contra el cambio climático, bajo el que se aglutinan casi todos los países del planeta.
Asimismo, en septiembre de 2015 fueron aprobados por Naciones Unidas los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una apuesta colectiva, rotunda e ineludible en favor de un mundo más justo y sostenible. El horizonte de los ODS, tejido a base de compromisos concretos, dibuja el marco ideal que queremos para la humanidad de cara a 2030. Además, es representativo de un ejercicio de consenso, pues de manera exhaustiva y rigurosa se ha contado con las opiniones y la experiencia de cientos de miles de personas, de organizaciones, de gobiernos y de expertos.
Es imprescindible tomar conciencia de que, para que estos Objetivos sean exitosos a escala global, hay que actuar desde la responsabilidad compartida. Desde gobiernos, instituciones y entidades hasta el conjunto de la ciudadanía y, muy especialmente, desde las empresas, hay que exigir −y exigirnos− la máxima implicación en este proceso.
Estamos sin duda en una espiral evolutiva, casi centrífuga, hacia una gran alianza. Las empresas tenemos que asumir un rol protagonistacomo motor del desarrollo económico y social en nuestros ámbitos de actuación y como aglutinador de todos los grupos de interés, para que el esfuerzo conjunto sirva para mejorar la calidad de vida de toda la sociedad. Ese es el camino a seguir; no debería haber ni titubeos ni marcha atrás. Actualmente nos enfrentamos, como humanidad, al gran reto de conseguir preservar y garantizar, en el futuro, el acceso a todos los recursos naturales, especialmente el agua.
Tres de los nuevos ODS están estrechamente relacionados con el uso y disfrute del agua: garantizar su disponibilidad y gestión sostenible, conservar los océanos y recursos marinos, y asegurar el acceso a energías sostenibles. Por estas y otras múltiples razones, estos objetivos son y deben ser la nueva brújula.
Actualmente, la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial y 2,4 millones de personas no disponen de servicios básicos de saneamiento como baños o letrinas. Al menos 1,8 millones de personas utilizan una fuente de agua potable que está contaminada y más del 80% de las aguas residuales resultantes de las actividades humanas se vierte en los ríos o el mar sin ser depurada.
El reto no es fácil. El agua es un elemento transversal y una condición para el cumplimiento del resto de los ODS, que han de terminar la tarea que comenzaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Solo si conseguimos avanzar de manera exponencial en el acceso universal al agua y al saneamiento podremos ayudar a reducir la pobreza, a erradicar el hambre y a luchar contra la propagación de enfermedades, así como a trabajar en el diseño de ciudades más sostenibles y en la implantación de medidas contra el calentamiento global. En este sentido, habrá que innovar de manera cada vez más veloz y desde la perspectiva del desarrollo sostenible. Y tenemos que hacerlo contribuyendo a la calidad de vida de las sociedades sin comprometer las del futuro.
Poner el foco en los ODS nos permitirá convertirnos en un agente clave en su resolución: desarrollando tecnologías para lograr una mayor eficiencia en la gestión del agua; acompañando a los sectores productivos en la mejora de sus procesos, encontrando fórmulas que garanticen la distribución equitativa de los recursos hídricos y concienciando a la sociedad sobre la necesidad de preservarlos. Solo así podremos tomar las riendas para lograr un mundo más igualitario, justo y sostenible; un modelo que garantice el progreso y el bienestar. Pensado para las personas. Para quienes lo habitamos hoy y para quienes vivan en el siglo que viene.
Publicado por Ángel Simón, presidente de Agbar y vicepresidente de Water Europe en Suez, en:
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